En un momento de rabia, de ira irracional, que hizo presa a dos hermanos, transformó un hogar tranquilo y feliz en una escena de tragedia.
El saldo fue unos padres muertos y dos hermanos presos por homicidio.
Sucedió en Colombia en 1984, dos jóvenes estudiantes mataron a cuchilladas a su padre y madrastra, Todo fue a causa de un dinero desaparecido. Cuando el enojo crece, la sangre se calienta y la ira se enciende incontrolable, se produce lo irracional, lo brutal, lo inhumano.
Dos hijos que levantan sus manos contra sus padres y dos muertes que dejan a todos consternados.
En ese momento de rabia, que dura unos minutos, dos hermanos comenten un crimen horrendo. Aquellos jóvenes no eran malos ni viciosos, eran estudiantes universitarios, jóvenes tranquilos que llevaban una buena relación con sus padres.
¿Por qué cometieron un hecho tan horrible?
Fue un momento de ira descontrolada. Ese momento fatal que a muchas personas ataca, cuando bajan las defensas morales, la conciencia se nubla, la inteligencia se embota y el individuo se convierte en un asesino, en una persona totalmente fuera de control.
Los abogados suelen encontrar excusas y disculpas. Hasta pueden sacar libres de los tribunales a uno que mató en “un momento de rabia”. Pero Dios no. Dios no justifica nunca el delito cometido bajo el dominio de la ira. Dios dice en su palabra: “deja la ira y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo.
Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en el Señor, ellos heredaran la tierra” (Salmo 37:8) En un momento de ira dos personas quedaron muertas y dos jóvenes arruinaron sus vidas, quizá para siempre.
Todo pudo ser distinto y mejor en las vidas de todos, si no hubiera sido por ese breve momento. Necesitamos a Cristo para que frene y controle todos nuestros impulsos, y haga de nosotros personas de bien. 1 Tesalonicenses 5:9 dice: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo”
Vilma de Rojas / La Información
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