Dios puso en mi corazón compartir con ustedes en este día acerca de las precarias condiciones en que nació Jabes, una historia conmovedora y de grandes enseñanzas.
Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor.
E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo:
¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe!
Y le otorgó Dios lo que pidió. 1 Crónicas 4:9-10.
Al considerar detenidamente este relato bíblico, vienen a mi pensamiento los Jabes, incluyendo el sexo opuesto, que en República Dominicana, el Caribe, América Latina, Centroamérica y todo el Mundo, han nacido en dolor, en miseria, con enfermedades, con limitaciones para llevar a cabo ciertas actividades provocadas por deficiencias físicas o psíquicas, sin amor de madre ni de padre, esas violadas, que sufren y mueren a causa de la violencia ejercida con alevosía y premeditación, en fin, ese amplio universo de abandonados a sus suertes, sin funcionarios que vayan a socorrerlos, ni gobiernos que implementen programas de desarrollo para rescatarlos de la pobreza extrema y de la falta de medios para subsistir.
Es obvio que esos Jabes a nadie les importan ni les duelen, y como si todo eso fuera poco, viven como aquel coronel, sin nadie quien le escriba.
Jabes, levantándose de las cenizas de la adversidad, le oró a Dios, y Dios le otorgó lo que pidió.
De igual manera lo puede hacer contigo, si postrado a su presencia le construye un altar de oración.
Dios no olvida a sus hijos, siempre está disponible para escuchar la oración de un Jabes desamparado y nacido en dolor, para hacer de él un hombre ilustre entre sus hermanos, en su ciudad, en su nación, como ocurrió con el Jabes de la historia de Las Sagradas Escrituras.
Es muy posible, que usted, que ahora está leyendo este artículo sea uno de esos, a quien Dios extendió su mano de misericordia, y le ayudó a salir de ese lodo cenagoso, para hoy ser un hombre de bien y útil a la sociedad.
La oración y bendición derramada para este día:
Dios, escucha hoy nuestra oración, y como a Jabes, concédenos tu favor, sin importar la condición en que nos encontremos, tu eres nuestro refugio, amparo y fortaleza.
Gracias por tu don único, inefable e inenarrable con el que nos bendice.
Sana al enfermo, liberta al cautivo, venda nuestras heridas y consuela a los quebrantados de corazón, en el nombre de Jesús, Amén y Amén.
Pastor
Antonio-Sócrates- Regalado
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