RÍO DE JANEIRO, 03/11/2007 (Folha nova/ACPress.net)
El mayor traficante de armas de Brasil se entregó a la Justicia de Río de Janeiro explicando que la razón de hacerlo es su conversión al cristianismo en una iglesia evangélica y que se quiere "limpiar" del pecado que ha cometido.
Su experiencia con el Jesús del Evangelio ha producido un cambio radical en su vida. Valdencio Antunes se presentó ante la Justicia de Rio de Janeiro y dijo que quiere reconocer y pagar el pecado que ha cometido.
Está acusado de abastecer de armas a las peligrosas y violentas bandas de narcotraficantes que operan en las favelas (barrios marginales) de la ciudad carioca.
Antunes, conocido como "Val, el Señor de las armas", está acusado hace ya años de abastecer de armas a las bandas de las favelas de Río de Janeiro.
Ante la sorpresa general se presentó voluntariamente el miércoles de la pasada semana ante la jueza Renata Gil, de Alcántara Videira.
No sólo se arriesga a ser juzgado y encarcelado, sino a las posibles represalias que puedan tomar sus excompañeros de delincuencia, tanto por venganza como por miedo a ser delatados.
Pero su fe, afirma, le empuja a reconocer y hasta donde pueda restaurar el daño que ha hecho.
Su única arma ahora es la palabra de Dios, que estudia y comparte en una iglesia evangélica.
La próxima semana será interrogado en la Delegación de Represión a las Armas y Explosivos (DRAE).
En su primera declaración, Val negó nexos con el narcotraficante Robinho Pinga, pero confesó que en 2002 vivió en la sureña ciudad de Foz de Iguazú y allí "prestó servicios" al presunto narcotraficante Paulo César Silva dos Santos "Linho".
Val estuvo preso entre 2002 y 2005, y cuando quedó en libertad condicional se convirtió en prófugo al no presentarse ante las autoridades.
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