Dale Carnegie, en su libro "Cómo ganar amigos e influir sobre las personas", presenta tres notables ejemplos de los efectos del vicio de regañar que tienen algunas personas; especialmente en el hogar los resultados son devastadores.
Tres famosas figuras de la historia: Napoleón III de Francia, León Tolstoi de Rusia y Abraham Lincoln de Estados Unidos, fueron hombres desgraciados en sus matrimonios por el hábito de sus esposas de perseguirles con sus críticas, quejas y regañinas constantes. Nunca encontraban nada bueno que alabarles, ellos procuraron pasar la mayor del tiempo lejos de sus esposas, huían del hogar.
Napoleón III se casó con Eugenia de Montijo, la mujer más hermosa de su época; pero toda su hermosura y atractivo no sirvieron para retener por mucho tiempo a su esposo, su lengua lo ahuyentaba.
Por supuesto lo mismo acontece también con los hombres en relación con las mujeres hoy día. La moraleja de la historia es: De todos los instrumentos infernales de que se sirve el diablo para destruir los matrimonios, la actitud negativa de criticar y regañar constantemente es quizá la más eficaz. Los que así actúan no consiguen sino sólo destruir lo que quizá más aman y desean.
Bien dice Dios en su palabra en 1 Timoteo 2:12 "Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio."
Y en Proverbios 27:15-16 dice: "Gotera continua en tiempo de lluvia, Y la mujer rencillosa, son semejantes; Pretender contenerla es como refrenar el viento, o sujetar el aceite en la mano derecha."
Vilma de Rojas
La Información de Santiago, República Dominicana
No comments:
Post a Comment