La Palabra de Dios nos indica que todo tiene su tiempo, y hay una hora indicada en que las cosas acontecen. Nada sucede sin el permiso divino que el Señor otorga de acuerdo a su perfecta y santa voluntad.
La nación dominicana está esperando pacientemente desde hace muchos años cambios estructurales dentro del manejo gubernamental que puedan darle un giro profundo al estilo de vida en que se desempeña la sociedad que luce agotada y sin esperanza, como un pueblo cansado que ha detenido su andar.
La angustia y desesperación suenan las campanas en todo el territorio nacional reclamando una vida digna donde los menos favorecidos tengan derechos garantizados a educación, salud, empleo, suministro de energía electrica, paz, tranquilidad ciudadana, estabilidad política, y donde se pueda caminar por las calles sin miedo al robo, a la industria del crimen por encargo, y a la desgracia del tráfico de drogas, entre otros problemas muy graves y agobiantes que arropan al país.
Ya es tiempo, y el colectivo así lo está demandando, de un cambio de pensamiento en el círculo en que giran las manecillas del reloj de la administración pública para transformar positivamente nuestra manera de vivir, cambio dirigido hacia el bienestar de un conglomerado social ávido de un viento espiritual que sople a su favor.
Mantenemos firme nuestra fe en Jesucristo, el camino, la verdad y la vida, en que él puede quitarnos todo peso de servidumbre y dirigirnos a un destino acogedor, hospitalario, lleno de prosperidad y felicidad. Se puede, y ha llegado la hora de emancipar la conciencia, para él, Jesucristo, todo es posible.
Pastor Regalado
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