El deseo de ser reconocido y apreciado por otros es básicamente naturaleza
humana. Sin embargo mientras el deseo de ser ocasionalmente apreciado no es
pecado, puede convertirse en pecado cuando nuestro objetivo cambia de buscar la
gloria de Dios a buscar el elogio del hombre.
Debemos determinar que
nuestro servicio a la humanidad este guiado por una más elevada y enfocada
obediencia a Dios.
Jesús vivió solamente para la gloria de Dios.
Nosotros, sin embargo, con demasiada frecuencia buscamos la alabanza del
hombre.
A pesar del hecho de que Jesús repetidamente afirmó que el Padre,
quien ve en secreto, nos recompensará, (Vea Mateo 6), permanecemos ofendidos si
no recibimos crédito por nuestras buenas obras.
Esta búsqueda de
reconocimiento puede convertirse en una fuente de motivos falsos y fracasadas
expectativas; puede dar lugar a celos, orgullo y ambiciones egoístas si no
tenemos cuidado.
Quisiera poder decir que yo nunca caminé en este tipo de
debilidad humana, pero eso no sería verdad. De hecho, experimente algo años
atrás que, aunque doloroso en aquel momento, finalmente se torno en una
revelación maravillosa concerniente a la naturaleza del Espíritu
Santo.
Sin embargo, antes de seguir adelante, déjeme decir que para
compartir esto públicamente es necesario que yo deje ver mis propias debilidades
ante usted.
Así que por favor, concédame su gracia.
El
escenario fue la convocatoria de pastores “Promise Keepers “en Atlanta en el año
1996.
Este evento fué la más grande reunión de pastores en la historia de
los Estados Unidos de Norteamérica – mas de 40,000 ministros unidos provenientes
de una gran variedad de orígenes y culturas.
Se destacaron dos temas en
los cuales yo había estado muy activo: la unidad y la
reconciliación.
Aunque yo había sido instrumento para unir a miles de
pastores y líderes en cientos de ciudades, y de haber aprendido algunas
revelaciones importantes a lo largo del camino, no me habían pedido que
contribuyera a la conferencia.
No le mencioné mi dilema a nadie, más aun
la falta de reconocimiento estaba profundizando una creciente molestia en mis
pensamientos.
Al mismo tiempo, no obstante, el gozo de ver una unidad mas
allá de denominaciones manifestarse en oración y arrepentimiento me impulso a
participar.
Confiándole al Señor mi conflicto interno, sentí que quizá
podría haber una manera de que yo sirviera durante el desarrollo de la
conferencia.
Pero ninguna puerta se abrió.
Pastores quienes
estaban familiarizados con mi trabajo preguntaban: ¿Por qué no estás predicando
en esta conferencia? Yo sonreía y respondía, “Esto debe crecer y yo debo
disminuir.”
Mientras mi respuesta era humilde y sincera, yo estaba
desarrollando mucha más humildad de lo que yo había planeado.
El hecho
era, que yo me hacia la misma pregunta: ¿Por qué yo no voy a hablar? Espíritus
de rechazos pasados comenzaron a manipular mis temores.
Así que mientras
asistí a la conferencia y ciertamente me regocijé en la unidad que había, me
sentí asimismo separado de ella.
Vi una visión espiritual que llevaba en
mi alma, emerger y tomar forma, solamente para encontrarme flotando, como en un
sueño, fuera de su realización.
Estaba grandemente bendecido y al mismo
tiempo minuciosa y completamente miserable.
Finalmente, yo desnude mi
alma a varios amigos.
¿Qué debo de hacer?”les pregunté.
Si me
promociono a mí mismo, Dios se levantará en mi contra; si permanezco en silencio
sacrifico mi contribución a este histórico evento”. Sin mas, supe que el Señor
estaba crucificando mi orgullo y mi ambición carnal.
La conferencia tuvo
lugar y termino, pero la lucha interna se quedo conmigo.
Después de
varios meses enterré exitosamente el conflicto debajo de mis pensamientos
diarios.
Continué con mi vida.
Sin embargo, en mayo, el asunto
resurgió.
Estaba en una reunión de Misión América en Washington, DC,
escuchando como un amigo a la hora del almuerzo compartía una historia acerca de
cómo el Señor usó a otros líderes para poner cimientos en su
vida.
Mientras hablábamos, comencé a ver que yo no estaba fuera de lo que
Dios estaba haciendo, sino por debajo.
Mis labores en Cristo (y de
aquellos otros muchos) eran parte de una cimentación divina sobre la cual este
trabajo actual se estaba desenvolviendo.
Los esfuerzos de aquellos
quienes sirven en alta exposición hoy, probablemente serán los cimientos para
grandes obras de otros en el mañana.
Sentí que estaba empezando a
entender mi rol en el desenvolvimiento del reino de Dios.
Me fue posible
mirar a mi propia vida y ver individuos cuyas enseñanzas y ejemplos espirituales
habían venido a ser cimientos en mí – personas a quienes yo tampoco nunca les
había dado las gracias ni reconocido.
La Naturaleza del Espíritu
Santo
Mi necesidad de ser reconocido había disminuido grandemente, sin
embargo el Espíritu Santo tenía algo vital que añadir. Esa noche confesé al
Señor mi pecado de buscar reconocimiento.
Inmediatamente el Espíritu
Santo habló a mi corazón con una simple pregunta concerniente a El mismo. Me
preguntó: “¿Conoces Mi Nombre?”
Este fue un momento especial, y pude
sentir la inundación de la presencia del Espíritu, acercarse.
¿Su
nombre?, Yo conocía la revelación primaria de que el Nombre del Padre, era
Yahweh y que el Nombre del Hijo, por supuesto, es Jesús (Yeshua).
Recordé
todos los “nombres” de Dios en la Biblia, pero otra vez, no podía identificar el
nombre específico del Espíritu Santo.
Me di cuenta que “Espíritu Santo” o
“Espíritu de Verdad” eran mas nombres descriptivos que nombres propios en sí; no
eran nombres como Jesus o Yahweh. . El término “Consolador” (o Paracleto en
Griego, “uno que viene al lado a ayuda”) tampoco no es tanto un nombre como una
función.
Lo que estoy por decir aquí puede que no vaya con la
teología de todo el mundo.
Pero hubo un momento cuando Moisés, de pie
delante del fuego del Omnipotente, pregunto conocer el nombre de Dios, a lo cual
el Altísimo respondió, “ YO SOY EL QUE SOY” ( Ex. 3:13-14).
YO SOY fue un
nombre propio.
De nuevo, hubo una vez cuando el arcángel Gabriel le dijo
a Maria que ella debía llamar a su hijo Jesus (Lucas 1:31).
Ambos, el
Padre y el Hijo tienen muchos nombres descriptivos, pero en la tierra son
conocidos por un nombre en particular. De igual manera, el Espíritu Santo tiene
muchos títulos y funciones, pero no pude recordar una vez en la Biblia donde el
específico nombre propio del Espíritu Santo fuera revelado.
Lo que quiero
señalar es esto: cada buena obra, cada milagro de gracia, cada virtud que se ha
manifestado en la tierra, ha ocurrido a través de la obra del Espíritu Santo.
Aun así, El nunca atrae la atención hacia Sí Mismo, eligiendo en cambio inspirar
nuestra alabanza hacia el Padre o el Hijo. Mientras permanecí en este increíble
momento, rápidamente recorrí con mi memoria las Escrituras. Nuevamente, no pude
recordar ninguna escena o versículo donde el nombre propio del Espíritu Santo
fuera revelado - desde la pre-creación del universo hasta el fortalecimiento del
Hijo del Dios en la cruz, y al levantamiento de Jesus de la muerte, al ser
derramado durante el Pentecostés, a obrar milagros de redención en expandir el
Evangelio alrededor del mundo a millones de vidas – ¡El nunca revelo Su
nombre!
Contrariamente, en este mundo todos tratamos de promover
nuestro nombre y hacernos un nombre a nosotros mismos, especialmente en el mundo
occidental. La naturaleza del Espíritu Santo está en marcado contraste con
nuestros deseos humanos de ser vistos, elogiados y reconocidos por otros
hombres.
Verdaderamente, el Espíritu Santo apasionadamente se deleita
en permanecer oculto. Luego vi que las dos grandes pasiones del corazón del
Espíritu Santo son ver a Jesús glorificado y el cumplimiento de la voluntad del
Padre en la Tierra. Esta fue la humildad perfecta – el modelo de Dios que me
guiaría al reposo espiritual y la madurez.
Amado, si estuviéramos
llenos con el Espíritu, deberíamos deleitarnos nosotros en ver a Jesus
glorificado y en hacer el trabajo que Dios nos llama a realizar. Dios ve y
conoce nuestros motivos. Si vamos a guiar a otros, debemos hacerlo como siervos
del Cielo. Busquemos por tanto, la plenitud del Espíritu Santo y trabajemos
puramente para ver a Jesus glorificado y la voluntad del Padre
cumplida.
Señor, perdóname por buscar reconocimiento de hombre.
Ayúdame, bendito Espíritu Santo, a ser lleno de Tu substancia – Tus pensamientos
y motivos, Tu contentamiento y poder. Vive Tu maravillosa vida oculta a través
de mí.
Francis Frangipane
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