Estamos en Navidad, tiempo en que la gente procura expresar felicidad y confraternidad.
Se activa el comercio, y la perniciosa delincuencia, hambrienta, se frota las manos en busca de saciar su deseo perverso de suplir sus necesidades asaltando a un colectivo que en base a muchos sacrificios y arduas labores de trabajos, lleva a sus mesas familiares el fruto digno del esfuerzo compartido.
Es evidente que ese sector de la población sumido en la peligrosa acción de cometer delitos, se encuentra en la urgente necesidad de aceptar el mensaje de salvación y del amor, el perdón, la gracia y reconciliación que trajo Jesucristo a este mundo.
Ojalá que en todas las naciones las autoridades correspondientes desarrollen un recorrido cuidadoso en favor de custodiar con esmero a una humanidad que quiere vivir en armonía, amistad y buena correspondencia.
Este periodo de tiempo conocido como Navidad se origina en el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
La representación del nacimiento de Jesús en Belén de Judea produce en aquellas autoridades turbación.
La narración bíblica relata que cuando el rey Herodes supo que unos magos de oriente que vinieron de oriente a Jerusalén preguntando ¿ Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. San Mateo 2: 1-3.
El mensaje de Dios incomoda el plan de la carne, para luego acomodar el propósito del Espíritu.
Es divino, superior, incontaminado, puro, sin mancha. Y además trae consigo su fruto, "Aquel pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció". San Mateo 4: 16.
En Belén, y mientras el niño estaba acostado envuelto en pañales en un pesebre, 'había pastores en la misma región que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño". A estos se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: no temáis; porque os doy nuevas de gran gozo para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!. San Lucas 2:8,9,10,11,13,14.
El nacimiento de Cristo en la humanidad trajo reconciliación a las familias de la tierra.
Que cada familia se proponga la meta de abrazar la comunicación del mensaje de Cristo en este espacio de tiempo que trascurre. Amén.
P. Regalado
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