Solemos ser como niños, no sabemos esperar.
Nos angustiamos tan fácilmente que no podemos ver ese rayo de luz que se cuela en nuestra alma.
Nos enfrascamos en la limitación de nuestras fuerzas olvidando que ahí está Dios, mirando cómo nos ahogamos en un vaso de agua y esperando a que reaccionemos.
¿Olvidamos que de Él mana nuestra vida, que Él es quien nos creó? ¿Desestimamos su poder?
El Dios que nos puede sacar de nuestro abatimiento es el mismo que salvó a Daniel de los Leones, que hizo que “el gran pez” expulsara a Jonás vivo y sano, el mismo que abrió camino en medio del Jordán para librar a su pueblo.
Entonces ¿por qué no confiar en Él?
Josefina Navarro
Fuente: El Caribe
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