El mundo está dando un giro tremendo, hasta tal punto que tiene en reflección a hombres de la ciencia y a estudiosos de el mover profético, a periodistas y analistas de los acontecimientos que están impactando al planeta, a políticos y gobernantes, a filósofos y profesionales de las distintas ramas del saber, en fin, la globalización a la que nadie escapa, inclina a una renovación en el accionar de los estamentos establecidos para dirigir a la sociedad moderna de estos tiempos.
Llama poderosamente la atención la protesta de miles de personas en Israel que en el primer fin de semana de Septiembre protagonizó el pueblo contra la carestía de la vida.
Se estima que un promedio de 450 mil personas acudieron en manada a la protesta, salieron “a la calle del medio” con banderas y pancartas para decirle al gobierno que el pueblo demanda justicia social.
Los indignados de Israel están enviando un mensaje no solamente a su nación sino también al mundo de que la gente ya está cansada y quiere un cambio y soluciones reales.
Es la mayor manifestación social en la historia de este país que no tiene por costumbre este tipo de protesta. Fue notable que los organizadores exibieron un becerro de oro, recordando esta acción cuando el pueblo dispuso bajo la dirección del sacerdote Aaron construirse uno mientras Moisés estaba en el monte buscando la presencia del Señor.
Este mover en Israel nos recuerda que Jesucristo el autor de eterna salvación, recorría las ciudades y aldeas no solamente predicando el evangelio del reino, sino que además enseñaba y sanaba toda dolencia y necesidades del pueblo.
Jesús es el ejemplo de lo que debe ser un gobernante, él vino a ser una autoridad espiritual, pero también en el orden terrenal, asistiendo a la gente y resolviendo sus problemas.
El ejemplo de Israel va a repercutir en las naciones porque los pueblos están demandando mejores presidentes que tengan el sello de la compasión por los males ajenos y remediarlos, como hacía Jesús.
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