La Iglesia se encuentra librando una batalla contra un enemigo que vino a matar, robar, y destruir, y solamente saldremos adelante si nos fortalecemos en el Señor, y en el poder de su fuerza, pero además, debemos estar dispuestos a vestirnos con toda la armadura de Dios, para poder estar firmes contra las asechanzas del adversario. Eso es lo que nos advierte el Espíritu Santo, usando como instrumento al apóstol Pablo.
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