Los evangelizadores tienen que marchar por el mundo como vivos entre los muertos, evangelios vivos que comunican con sus vidas y acciones,. Evangelizar requiere, necesariamente, un testimonio de vida. Evangelizar no es solamente repetir doctrina, no es ser, únicamente, enseñante de consignas religiosas más o menos verdaderas, evangelizar no es abrir la boca para predicar buenas enseñanzas, sino que predicar implica el abrir también nuestras vidas y que las gentes puedan leer en ellas. Palabra hecha vida, Evangelio vivo encarnado en los vivientes.
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